Estética y diseño

«En arquitectura, no se trata de palabras. Se trata de lágrimas»¹, dijo el arquitecto Philip Johnson, que lloró la primera vez que vio las líneas brillantes del Museo Guggenheim de Bilbao. La influencia emocional de un bonito edificio puede transcender lo personal, incluso hasta el punto de mejorar las comunidades en las que vivimos. Cuando los edificios son bonitos por fuera y nos sentimos bien dentro de ellos, nuestro mundo es mejor.

La experiencia de Bilbao lo ilustra a la perfección. Tan solo cinco años después de construirse, se calculaba que el museo había aportado 2400 millones al PIB de esa provincia vasca.² Una ciudad en declive se convertía en destino turístico.

En un estudio reciente realizado online por ROCKWOOL Group, un 73 % de los encuestados aseguraron creer que una bonita arquitectura mejora la dinámica de una comunidad.³ Otros estudios afirman hasta qué punto es importante la estética de un edificio. Estudios realizados por Commission for Architecture and the Built Environment muestran que la forma en que se siente la mayoría de las personas (85%) se ve influenciada por la arquitectura que nos rodea y que a un 81% de las personas nos interesa mucho el aspecto de los edificios y cómo nos sentimos dentro.⁴

A lo largo de la historia, los materiales con los que construimos han influido en los lugares en los que vivimos, desde la importancia y la gravedad de los castillos de piedra y las iglesias, hasta la calidez y familiaridad de los edificios de madera bien aislados.

Los arquitectos de hoy en día disponen de una rica paleta de materiales de alto rendimiento para elegir, por lo que los edificios pueden ser radicales e impactantes en su aspecto ofreciendo, al mismo tiempo, un confort y seguridad en el interior excelentes.